miércoles, 12 de junio de 2013

Miénteme..

¿Mentir en la cama? Siempre nos han dicho que mentir no está bien y es algo totalmente cierto, sin embargo en sexualidad no siempre uno más uno son dos, y mentir –piadosamente- en algunas ocasiones puede estar justificado. Eso sí, hay que tener mucho cuidado porque el hacerlo por costumbre puede volverse en nuestra contra y hacer un daño posterior, afectar a la pareja y generar conflictos. Antes de apresurarnos a contar alguna mentirijilla debemos valorar antes la situación y decidir si vale la pena o no, siempre teniendo en cuenta a la persona que tengamos delante, ya que podría darse el caso de que no nos perdone el engaño, por muy “piadoso” que nos haya parecido.
    En sexualidad la comunicación y la sinceridad son básicas. La buena comunicación entre la pareja hace posible que no se tengan reparos a la hora de expresar los gustos o dificultades  de cada uno y así poder disfrutar del sexo de manera mucho más tranquila y sin tener que callar algo que puede preocuparnos en exceso y generar un conflicto grave. La sinceridad sin embargo es un arma de doble filo porque tiene el poder suficiente para hacer que una relación funcione pero también lo tiene para que se hunda, y es que en ocasiones, la verdad no es necesaria. Ante la pregunta de él :”cariño, ¿has estado alguna vez con un hombre que la tenga más grande que yo?” una respuesta del tipo “si, me acuerdo de un ex novio que tuve..” puede ser devastadora y traumatizante. Por un lado tenemos que entender que este tipo de preguntas no se hacen para que seamos sinceras, se  hacen para que él escuche que su pene es el que más nos gusta y el que mejor nos ha hecho sentir. Por otro aunque se dé el caso de que realmente tienen esa curiosidad –ya conocemos la importancia del tamaño para algunos- una verdad –en el caso de haberla- no supondría más que una patada en la seguridad y autoestima de la pareja. Entonces, ¿vale la pena? En ese tipo de casos por supuesto, total..¿qué más da? Incluso beneficiaría a la relación.
Otra cosa muy distinta sería el caso de fingir un orgasmo, ¿hasta qué punto estaría justificado? Muchas mujeres lo hacen por terminar rápido, para que sus parejas las dejen tranquilas y puedan ponerse a otra cosa. En momentos puntuales no pasaría nada, siempre y cuando no sea el recurso habitual para decir “ya basta”, ya que él también tiene derecho a saber si hemos tenido un orgasmo o no. Podemos decírselo con confianza sin tener que recurrir a engaños, ¡tampoco es justo para él!,que puede estar pensando lo bién que lo ha hecho con una gran satisfacción interior.
Como vemos, y como pasa con muchas cosas en la vida, ni todo es blanco ni todo negro. Ni hay que ser sincero por sistema ni hay que mentir siempre para adular o quedar bien con otra persona en la cama. Observemos la situación y valoremos qué es mejor asumiendo siempre las consecuencias.

miércoles, 5 de junio de 2013

¡De sumisa nada!

“Tú me has acostado y has buceado hasta el centro de mi ser, ahora me toca acostarte y bucear en ti.”
Esta sencilla pero profunda y maravillosa frase del Kamasutra hace referencia al papel activo fundamental de la mujer a la hora de mantener una relación sexual. Durante mucho tiempo en nuestra cultura se ha mantenido el papel “pasivo” de la mujer en el sexo, aquello de “dejarse hacer” por lo que fueran a pensar ó por vergüenza ha dejado paso a una nueva actitud más dinámica y viva de las féminas, las cuales quieren participar del juego erótico y disfrutar tanto como ellos del placer de dar placer.
Muchas mujeres en otros tiempos han considerado que el ser “juguetonas” en el sexo e incluso el pedirlo o buscarlo era cosa de hombres, el hombre era quien tenía que explorar y encontrar el tesoro que nos abriera las puertas del cielo. ¿Por qué? porque era su responsabilidad como macho mientras las mujeres esperábamos –y desesperábamos- el tan ansiado orgasmo. Como consecuencia de ello nos encontramos todavía con muchas mujeres frustradas, encasilladas en su papel de resignadas por creer que no pueden hacer nada por cambiar. Hoy en día ya existe una gran evolución, las mujeres queremos formar parte del sexo porque hemos entendido que a nosotras también nos gusta disfrutar de él sin vergüenzas ni tabúes. Ser capaces de decidir lo queremos y cómo lo queremos no sólo ayuda a que tengamos mejor sexo, también es una manera de ganar confianza con nuestra pareja y sobre todo con nosotras mismas, lo que va a mejorar nuestra autoestima (me siento capaz de ser activa en el sexo, de saber lo que quiero e ir a por ello sin esperar a que mi príncipe azul descubra lo que necesito). Cuando mejora nuestra autoestima se ve mejorado nuestro auto concepto, lo cual repercute en otras áreas de nuestra vida. Y por qué no decirlo, a ellos les encanta que tomemos las riendas de la relación sexual en un momento dado ya que el hombre también necesita de esa autoestima, y qué mejor “subidón de ego” que ver cómo lo desea su chica y es ella quien hace a su antojo sin esperar que lo haga él. En sexualidad no existen los papeles masculinos o femeninos, eso pasó a la historia, la clave está en hacer lo que a los dos les apetezca para pasarlo bien, sea él o ella quien lo haga.
Puede que el hombre se sienta algo intimidado por esta nueva faceta femenina y vea “peligrar” su papel de macho dominante históricamente bien enraizado, hasta que puede que surgan ciertos problemillas eréctiles debidos precisamente a la inseguridad ante el hecho subjetivo de no poder llegar a satisfacer lo exigido por su pareja, por lo que habría que afrontarlo con cariño y entender que algo está cambiando en los roles sexuales, que ya no es sólo él quien propone y la mujer dispone, sino que ella también decide qué, cuándo y cómo lo quiere en materia erótica-sexual. Así que ¿Por qué no dejarse llevar? El viaje puede ser alucinante siempre y cuando no subamos a bordo los miedos y prejuicios de antaño.